viernes, 21 de diciembre de 2012

"Wear Sunscreen": modelo conductista de educación

Las diferentes versiones del ensayo "Wear Sunscreen" (Usa protector solar)

La columnista Mary Theresa Schmich escribió en 1997 un ensayo bajo el título “Wear Sunscreen” en el periódico estadounidense Chicago Tribune. Con la redacción de este texto la periodista quiso advertir a la sociedad de la fugacidad de la juventud y aconsejarles una serie de “buenas prácticas” para alcanzar un disfrute pleno de la vida.

El discurso de Schmich se extendió rápidamente por los Estados Unidos y comenzaron a crearse leyendas urbanas que atribuían su auditoría a Kurt Vonnegut, escritor estadounidense defensor de las libertades civiles y el pensamiento humanista. Incluso el periódico “New York Times” llegó a entrevistar a Vonnegut acerca del ensayo.

Aclarada la polémica, Schmich publicó un breve libro que constituía una adaptación ampliada del ensayo: “Wear Sunscreen: A primer of Real Life” (1998). Gracias a esta publicación, Mary Theresa Schmich ganó el Premio Pulitzer 2011.


 Muchos autores utilizaron el discurso de Schmich para sus canciones, bandas sonoras y películas. El primero en hacerlo fue el director de cine australiano Baz Luhrmann que en su álbum de 1998 “Something for everybody” incluyó la versión remezclada de “Everybody’s Free (To Feel Good)” bajo el nombre “Everybody’s Free (To wear Sunscreen)”. 

El resultado fue un vídeo de 5:05’en el que se puede escuchar una voz en off que reproduce literalmente las palabras del ensayo de Mary Theresa Schmich sobre una serie de imágenes sugerentes y muy ilustrativas. La música acompaña la emotividad del vídeo y alimenta el dinamismo conseguido gracias a la rapidez con la que las imágenes aparecen y desaparecen, se mueven y se combinan con diferentes tomas cortas. 



En este momento, la canción fue difundida rápidamente por radio e Internet extendiéndose primero por EEUU y más tarde llegando a todos los rincones del mundo. Esta versión se emitió en The Tonight Show, The Today Show y The View (realities estadounidenses), así como en VH1 y MTV. También apareció en el Reino Unido, Australia y Japón, aumentando aún más el impacto mundial que el ensayo de Schmich, creado dos años atrás, había despertado.

En 1999 la compañía de medicamentos Sanofi Adventis creó su propia versión del ensayo a cargo de la agencia de publicidad brasileña DM9DDB. Este vídeo tiene una duración de 7:09’ y es concretamente en el que voy a centrar mi análisis. 





Se trata de un vídeo formativo con un claro matiz conductista. Este modelo educativo se centra en el estudio empírico de la conducta con una intención reeducadora. Y ese es precisamente el propósito del vídeo que desde el primer segundo comienza emitiendo una recomendación: Si pudiera ofrecerles un consejo para el futuro, sería el uso del protector solar. Sus beneficios a largo plazo se han demostrado científicamente. El resto de mis consejos no tienen ninguna base confiable y están basados sólo en mi propia experiencia. He aquí mis consejos (…)”

Podemos distinguir desde un principio los roles que los diferentes actores adoptan durante el proceso de comunicación del mensaje audiovisual. El emisor, activo y dominante, se posiciona como instructor, como “consejero” del receptor, como “conductor” de éste hacia su propia realidad, su perspectiva concreta. Con la intención de persuadir al espectador, convencerle de su propio mensaje, le muestra una serie de consejos y advertencias “para conseguir una vida más feliz”.
El problema está en que esa “felicidad subjetiva” aparece como impuesta, externa al espectador. El trasfondo del mensaje está basado en una serie de premisas que el emisor previamente ha establecido como buenas, reales o verdaderas; sin tener en cuenta otras perspectivas y sin considerar al receptor y sus individualidades. “Existe una única verdad y es la que te estoy transmitiendo” diría el emisor.
 La intención del mensaje es persuadir al espectador, creando una imagen agradable y positiva del producto comunicativo compuesto por imágenes llamativas y breves mensajes alentadores sobre diversas cuestiones existenciales de la vida. Algunos de estos mensajes, que se presentan en forma de consejos, son: “disfruta de la fuerza y belleza de tu juventud”, “no te preocupes por el futuro”, “no te sientas culpable si no sabes muy bien qué quieres en la vida”, “aprende a entender a tus padres”, “llévate bien con tus hermanos”, “respeta a tus mayores”, “no esperes que nadie te mantenga” (…).
El espectador, por su parte, adopta una postura pasiva y perceptiva, siendo condicionado por cada idea que le va mostrando el vídeo segundo a segundo. Como resultado, obtenemos un conjunto comunicativo de imágenes y voz en off, al compás de una música que nos mantiene expectantes y a la vez nos emociona. Un total de 7:09 minutos en los que se “bombardea” al espectador con mensajes instructivos en forma de “recomendaciones” cuyo único propósito es seducirnos y convencernos de la coherencia y la importancia de tales advertencias.
El mensaje discursivo aborda cuestiones sobre la belleza de la juventud, la fugacidad de la vida, el futuro entregado al azar, los conflictos sentimentales… Temas que han sido, son y serán objeto de inquietud y preocupación para los seres humanos por su naturaleza incontrolable y casual. Por esta razón, es que el vídeo consigue, tan efectivamente, conmover y emocionar al espectador para luego guiarle y dirigirle por el “camino adecuado” que le conducirá a la adopción de la conducta propuesta. Y esta es la clave del modelo conductista de educación.
En este caso, se pretende procurar un contexto de optimismo y esperanza en el que el espectador se encuentre cómodo y emocionado por la belleza de las imágenes y las palabras que se locutan. Un contexto que conmocione y mantenga al espectador vulnerable ante la gran cantidad de estímulos a los que está sometido. Y son estas llamadas de atención, de luz, color y felicidad las que consiguen seducirle y convencerle de que la idea que se está transmitiendo es la correcta, la real o la verdadera.
Cabe destacar la importancia de frases como “nunca entenderás la fuerza y la belleza de tu juventud hasta que se te haya marchitado”, “sé que te han hecho daño pero yo estaré ahí esperándote para ayudarte”, “los problemas que realmente tienen importancia en la vida son aquellos que nunca pasaron por tu mente” porque sitúan al emisor como el sabio, el conocedor de la vida, la figura paternal y al espectador como el ignorante, el desconocedor, el inconsciente.
Podría destacarse también el empleo del miedo, del terror que invade al ser humano cuando se menciona el tema de la muerte o de la fugacidad de la vida. Práctica que se realiza con la intención de conseguir una reacción concreta en el receptor. En este caso es evidente mediante las frases: “cuanto más pase el tiempo más necesitarás a las personas que conociste cuando eras joven”, “aprende a entender a tus padres, será tarde cuando ellos ya no estén” y “tú también envejecerás y cuando seas viejo añorarás el tiempo en el que eras joven”.
El modelo conductista de educación está basado en propiciar las circunstancias necesarias para que el individuo adopte una conducta determinada previamente, dejando a un lado su elección personal, su independencia y sus intereses propios. Mediante la sugestión y la seducción se intenta guiar al espectador hacia la meta establecida, ofreciéndole como incentivo una recompensa. En este caso, ésta es la felicidad plena, el éxito, la satisfacción, el disfrute máximo de la vida… ¿Qué persona no querría tener todo esto? 

Esta es, bajo mi punto de vista, la clave del éxito de este producto comunicativo. Según el discurso si te guías mediante los consejos y recomendaciones que se anuncian conseguirás una vida plena y feliz. El problema radica en que cada persona tiene unas circunstancias, intereses y objetivos diferentes en la vida por lo que resulta muy arriesgado establecer una ecuación común a todos los seres humanos que asegure la felicidad plena. 
Existen muchas cosas en la vida de una persona que van más allá de las realidades idealizadas que aquí se presentan. No es necesario que venga nadie externo a imponerte sus verdades sin considerar las tuyas. Y además, lo más interesante de vivir es experimentarlo por ti mismo. Errar y volver a levantarte, el aprendizaje del camino, el desarrollo personal...





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